
Ceniza, de Fernando Bartolomé Benito.
Relatos muy interesantes, sobre todo El miliciano caído, emocionantísimo. Están escritos por un miñorano del “Reino” de Belesar, que en la narración Morituri mete a nuestro Monte Lourido o a la playa de A Ladeira en la literatura.
“[EL] ÍNFIMO JAMES ACKERMAN, APODADO LUTERIÑO, pues pretendió extender la doctrina mormona por tierras del Deza y Monterrey, en la lejana Galicia. Apaleado varias veces, solo la feliz intervención de la guardia civil impidió que acabara colgado de un fresno, aunque no evitó su baldamiento a manos de una turba de lugareñas en Bande donde parece que no se entendió bien un no se qué y sí se qué de poligamia… “
p. 118
“Este Federico era un tipo grandón, de risa franca y dentadura de esas blancas y relucientes, de negro mandinga, apropiadas para comer carne humana.”
p. 131
“La turba enloquecida y bestial sacó entonces de su garito a un anciano débil pero digno que contemplaba, con la serenidad de quien ya sabe de antemano lo que va a pasar, la destrucción… todas las miradas estaban fijas en el sacerdote que lentamente elevó las manos al cielo y con los ojos en blanco comenzó un soliloquio presuntamente latinizante… el cura cojuelo a la cabeza, armado con una antorcha, comenzó a quemar las casas de los apestados marcadas con una cruz de cal al grito de: ¡Purificación!.. galgueaba el cura, retorcido y zancudo, atizando incendios con su antorcha… Entre tropiezos con las bancadas y con la mirada alucinada de orate penetró en la iglesia en busca del arcón del que sacó la pálida y amarillenta bandera, símbolo universal del más temido azote: la peste negra.”
p. 154-156
Cuasi divinas palabras 😉 , porque, realmente, los textos son muy buenos.
Ahí está, pues, un “manojuelo que hoy se pone en plaza.”